Marie Antoinette focuses on photographs of women whose faces are not visible, ensuring their identities cannot be recognized. This photographic series presents an approach where the invisibility of the face frees women from the expectations and judgments that society imposes on their identity, particularly in relation to an erotic stance.
This project is not just an erotic photographic work, but also a discourse on identity, freedom, and the power of anonymity in the context of female representation. Being aware that their faces are not shown in the images, the women portrayed relinquish the tensions that typically accompany the public display of female sexuality. In a society where the female body is highly regulated and sexualized, the fact that they cannot be identified grants them tacit permission to present themselves in a way that, in other contexts, would be subject to judgment, criticism, or shame.
This freedom allows them to be bolder, both in their posture and in their attitude towards eroticism. Without the visible face that would expose them to censorship or personal criticism, they can reclaim their bodies and explore them as a medium of unrestricted expression. By not being recognized, they can delve into eroticism in an explicit manner, challenging the norms that dictate what is «allowed» or «appropriate» when it comes to female sexuality. It is a way of rebelling against both internal and external conditioning, as well as against others, without the personal implications that typically accompany the public display of a naked body in a society where personal image is controlled, monitored, and punished.
By freeing women from the traditional censorship that often accompanies the representation of female sexuality — censorship that is not only public but also internal, self-regulated by the fear of criticism — a space opens up for their eroticism to be experienced without limits. They are not conditioned by the need to meet imposed moral or aesthetic standards, nor by the pressure to fulfill the expectations of a dominant male gaze. In this sense, anonymity not only offers them privacy, but also a radical liberation from the systems that control how women may or may not represent their sexuality.
This anonymity also allows women to become protagonists of their own desire rather than objects of someone else’s desire. Their eroticism is not there to please others’ expectations, but to manifest on their own terms.
In this way, the project confronts traditional notions of sexual morality, which continue to associate female sexuality with shame, submission, or sin. The women here are fully aware of their eroticism, expressing it with complete freedom, yet at the same time managing to remain beyond prejudice, severing the link between their bodies and their social identities.
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Marie Antoinette se centra en fotografías de mujeres cuyos rostros no son visibles, de manera que su identidad no puede ser reconocida. La serie fotográfica plantea un enfoque en el que la invisibilidad del rostro libera a las mujeres de las expectativas y juicios que la sociedad impone sobre su identidad, particularmente en relación con una postura erótica.
Este proyecto no solo es un trabajo fotográfico erótico, sino también un discurso sobre la identidad, la libertad y el poder del anonimato en el contexto de la representación femenina. Al ser conscientes de que sus rostros no aparecen en las imágenes, las mujeres retratadas abandonan las tensiones que normalmente acompañan la exhibición pública de la sexualidad femenina. En una sociedad donde el cuerpo femenino está altamente regulado y sexualizado, el hecho de no ser identificadas les otorga un permiso tácito para mostrarse de una forma que, en otros contextos, estaría sujeta al juicio, a la crítica o a la vergüenza.
Esta libertad les permite ser más audaces, tanto en su postura como en su actitud hacia el erotismo. Sin el rostro visible que las expone a la censura o a las críticas personales, pueden apropiarse de su cuerpo y explorarlo como un medio de expresión sin restricciones. Al no ser reconocidas, pueden explorar el erotismo de manera explícita, desafiando las normas que dictan qué es «permitido» o «correcto» en cuanto a la sexualidad femenina. Es una forma de rebelarse contra los condicionamientos internos y externos, así como ante los demás, sin las implicaciones personales que habitualmente conllevaría la exposición pública de un cuerpo desnudo en una sociedad donde la imagen personal es controlada, vigilada y castigada.
Al liberar a las mujeres de la censura tradicional que a menudo acompaña a la representación de la sexualidad femenina —censura que no solo es pública, sino también interna, autorregulada por el miedo a las críticas—, se les abre un espacio donde su erotismo puede ser experimentado sin límites. No están condicionadas por la necesidad de cumplir con estándares morales o estéticos impuestos, ni tampoco por la presión de satisfacer las expectativas de una mirada masculina dominante. En este sentido, el anonimato no solo les ofrece privacidad, sino también una liberación radical de los sistemas que controlan cómo las mujeres pueden o no representar su sexualidad.
Este anonimato también permite que las mujeres se conviertan en protagonistas de su propio deseo en lugar de objetos del deseo ajeno. Su erotismo no está ahí para complacer las expectativas de los demás, sino para manifestarse en sus propios términos.
De esta manera, el proyecto confronta las nociones tradicionales de moralidad sexual, que siguen asociando la sexualidad femenina con la vergüenza, la sumisión o el pecado. Las mujeres aquí son conscientes de su erotismo, lo expresan con total libertad, pero al mismo tiempo logran mantenerse al margen de los prejuicios, eliminando el vínculo entre su cuerpo y su identidad social.